Montessori sin escuela: La importancia de la familia
Han pasado dos meses desde que la realidad de los hogares se ha visto alterada por una nueva rutina, unos nuevos roles y tipos de relación entre los miembros de las familias. Cada una con su propia realidad y mirada hacia la situación que estamos viviendo. Los progenitores han sido siempre los principales modelos de sus hijos, pero habían otras personas que se dedicaban en paralelo a su crianza y educación. Hoy, esto ha cambiado, y por tanto, no podemos esperar mostrarnos del mismo modo que antes. No está siendo fácil, pienso que todos hemos tenido algún momento de dificultad durante este tiempo que ha supuesto ubicarnos de nuevo, analizar con perspectiva, y tomar decisiones dentro de nuestro limitado margen de maniobra.
En este tiempo, puede que hayamos pasado por un gran abanico de emociones, pasando de una a otra, con mas o menos conciencia. Muchos comenzaron incrédulos, negando la situación. Reconozco que yo era una de ellas..quizá por la ingenua creencia de que este tipo de cosas no nos podían suceder a nosotros. Sin embargo, el virus llegó como al resto de lugares del mundo, y con él llegó un confinamiento forzado e inesperado para todos, algunos en su casa, otros fuera, unos con mas recursos en sus casas y otros lamentablemente, con lo mínimo para subsistir. Y dentro de muchos de ellos, conviven familias con niños que han visto como sus vidas han dado un giro completo. La conciliación laboral y familiar se está realizando, viviendo unas circunstancias nuevas, con recursos que se han creado a ritmo vertiginoso y haciendo un gran esfuerzo todas las personas que acompañan a niños y familias. Aunque el camino no está siendo sencillo para todos.
He escuchado estas semanas muchos padres y madres reflexionando sobre nuevos modos de actuar y relacionarse en casa con sus hijos que antes no necesitaban poner en práctica y no eran conscientes que podían hacerlo. Familias que están sacando una creatividad espectacular, improvisan juntos, reconociendo estar conectando con intereses que un día pausaron. A su vez ocurre, que otras familias anhelan volver a una nueva normalidad, algo que se asemeje a lo que vivimos antes, y lo ven como una recarga de energías el hecho de imaginar que ese día esta más cerca. Quizá antes, lo externo era lo que marcaba nuestras prioridades, ya que estábamos inmersos en una inercia de actividad. Y el tiempo, como ocurre ahora, pasa a una velocidad vertiginosa, sin embargo ahora parece que su valor se mide de formas diferentes en función de qué actitud estamos tomando. Una actitud que se puede transformar en nuestro escudo, y podrá ser mas o menos resistente en función de cómo lo queremos construir.
Seguramente, si nos sentimos angustiados e inseguros durante el confinamiento en casa, puede ser muy difícil y frustrante ver este momento como una oportunidad para crecer juntos. Quizá también hay que plantearse buscar recursos en nosotros mismos para enfrentar este dolor y poco a poco ir aceptando la situación. Al lado nuestro, vemos cada día a nuestros hijos absorbiendo experiencias, de ahí la importancia de la toma de conciencia de cada uno y de la elección de estar en el aquí y ahora de un modo u otro.
Cuando nos permitimos despojarnos de estos miedos estando con ellos presentes y con el principal objetivo de disfrutar, la energía cambia. El cómo pensamos y actuamos va a condicionar al sentir de todo el ambiente familiar, así como las estrategias de cada uno de los miembros para gestionar momentos difíciles y de adaptación como el que estamos viviendo.
Bajo las realidades diferentes, propongo a los padres y madres que tomen algún momento para reflexionar, parar y tomar perspectiva de su presente. Pararse y observar al niño que tienen delante. Invito a estos adultos a que pongan la mente en blanco y de, como si de un experimento se tratara, observar a su hijo: movimientos, gestos, lo que hace y lo que no, que le asombra y se cuestiona, que intereses propios nos muestra, lo que dice y como lo dice. Y si está en silencio incluso cuando “parece no hacer nada”, imaginar que puede estar pasándole por esa mente tan excepcional. Y no hacer nada más, nosotros como adultos, probar a practicar el arte de la observación como decía Maria Montessori. Sin juicio, sin interrupción, sin expectativas … solo estar presentes para él/ella y con él/ella durante unos instantes. Es interesante permitirnos dejar salir todas las emociones que nos susciten. Y observar qué pasa, hacia donde nos mueve esta emoción que estoy sintiendo, y atenderme a mi también. Puede ser que con la práctica, nuestra mente se relaje, conectemos con nuestra esencia y la de nuestro hijo, y nos invada un profundo respeto por el ser que tenemos delante.
Podemos elegir qué actitud queremos tomar con nosotros mismos y por supuesto en mi relación con ellos. Los niños tienen una energía ingenua, bondadosa y creativa, también soy madre, y cada día admiro a los grandes maestros que tengo en casa. Si nos guiamos por ellos poco a poco volveremos a contagiarnos también de este espíritu y valorar lo que realmente tenemos en nuestro presente mas inmediato. La satisfacción para ellos y nosotros es enorme. Ellos nos pueden regalar cada día momentos maravillosos, cargados de amor y de aprendizaje.
En todo el mundo hay una gran incertidumbre que nos invade, esa es la realidad. Podemos anticiparnos a como será la vida en las próximas semanas, pero seguramente nos encontraremos con imprevistos y nuevas maneras de readaptarnos. Por ello, es la actitud que tomemos con respecto a cada momento, lo que marcará nuestros caminos, y por tanto, a nuestros hijos les serviremos de inspiración y modelo. Personalmente tengo claro que después de esto no voy a volver a ser la persona que era antes porque.. tampoco quiero volver a serlo. Soy consciente que por mi parte tras este parón que ha dado nuestras vidas, yo he cambiado, y mi familia también. En muchos momentos los hemos acogido como un “respiro” que la vida nos ha regalado. Y al mismo tiempo, puedo conectar con el gran dolor que viven las personas que están sufriendo, y que se quedarán con una herida con la que aprender a vivir y poco a poco ir sanando. Bajo un diverso arcoiris de emociones, qué bonito puede ser que muchos de nosotros sacáramos un aprendizaje de vida, y que nosotros junto a nuestros niños vivamos en un mundo más consciente. Que nuestros hijos puedan ser parte activa en elegir una transformación en el modo de vivir y de relacionarnos, en un entorno cooperativo, cuidadoso, y en el que el amor se convierta en la nueva gasolina que nos mueva y conecte.
Paula Melero
Psicóloga – orientadora Valencia Montessori School Guía Montessori AMI, Madre de dos niños. Artículo para la Asociació Montessori Española.